Trippin’ the Whole Colourful World |
Try to Get Ready
es un compendio de cómo hacer bien las cosas, con instrumentaciones brillantes,
canciones emocionantes y un calificativo genérico de obra con raíces sixties
adaptada a los tiempos actuales. The Shake son de lo mejorcito del panorama
actual de R&B y "garage", y este disco vuelve a ponerles donde
deben estar, en lo más alto gracias al tesón y buen criterio de una venerable
discográfica con un catálogo ya esencial. Tras su primer álbum Trippin’ the Whole Colourful World de
2006, donde se desarrollaban unos parámetros más cercanos a la psicodelia y el pop , todos ellos éxitos
comerciales en potencia, editan en 2007 un single con Hey Girl records y los
temas “Once again” y “Don’t really Care”. Un año después, The Shake graban su segundo
larga duración y se ven obligados a entrar, inexplicablemente, en un callejón
sin salida al no encontrar el apoyo necesario para publicarlo. Han sido meses
muy desesperantes para sus fans que conocían la existencia de este disco pero
que comprobaban, frustrados, cómo nadie lo editaba y eso que el anterior había
sido distribuido por la prestigiosa discográfica Flor y Nata desde Barcelona y
la americana, Rainbow Quartz.
Con este segundo álbum, The Shake no imitan a nadie ni
copian absolutamente nada. Tan sólo se limitan a dar forma, con entusiasmo y
profesionalidad, a unas cuantas ideas, pero qué ideas, de todo un genio como es
Miguel Ángel Calabuig, con una facilidad pasmosa para construir verdaderos
himnos musicales, equiparable a la de otros grandes monstruos creativos de
todos los tiempos que cualquiera podrá descubrir y comparar tras oír sus
brillantes composiciones.
Si este disco se hubiera publicado en los sesenta, habría
sido, sin duda, número uno en las listas británicas y por ende en el resto de
mundo. Así que no hagamos el típico ridículo de aquel que todo lo sabe y nada
le gusta, y seamos capaces de valorar en su justa medida el valor y la
aportación que estos almerienses hacen al panorama actual con independencia de
a quién nos recuerden. Porque puestos a ser exigentes, si cortáramos la cadena
tras el primer y seminal eslabón, nada quedaría tras los sesenta, incluidos
grunge, experimental, post-rock, indies, mestizos y amantes varios de la fusión
con lo latino.
El carácter excepcional de Shake también se ejemplifica en
los cambios de formación que ha tenido durante todos estos años. Respecto al
disco anterior, grabado con Antonio Starr, batería, Javier Maresca, guitarra y
voces, más la colaboración de Laureano Navarra al bajo en algunos cortes, sólo
repiten en este segundo Lp, Álex L. Pierre al bajo y Miguel Ángel, voz
principal y guitarra. La nueva formación incluye en la batería, José Luís y a
la guitarra más voces, Juan Luis. A destacar la presencia de un trío de metales
formado por Javier Franco, Luis Cortés y Sergio Castillo a la trompeta, trombón
y saxo, más Rosendo Álvarez a la harmónica y David Bailey voces en
algunos temas.
The Shake. Foto: Guerrero Linares |
El álbum incluye diez temas, cada uno con un punto de vista
diferente sobre los sonidos sixties, con unas referencias claras pero también
interpretadas bajo un prisma particular. Los guiños al pasado, francamente plausibles,
tienen todos ellos una clara convicción de actualidad. No hace mucho leí una frase esclarecedora al
respecto en una entrevista en el Rockdelux al músico Joe Henry. Tomando como
referencia un aforismo del poeta Wallace Stevens que decía: “cualquier artista
interesado en la verdad va a ser original”, Henry sentenciaba que la
originalidad está sobrevalorada. En este disco, la originalidad recae en el
talento de este gran músico que es Miguel Ángel Calabuig pero oyendo los
excelentes recursos instrumentistas del resto de la banda, creo que The Shake
van a crecer más si cabe, a muy corto plazo, como puede comprobarse en este
trabajo.
Este segundo Lp se abre con la genial “Bring some lovin’” y
ese potente bajo. Las guitarras “garage” se mezclan, con sabiduría, con ese
toque Bravos que particularmente me parece de lo más creativo que se ha hecho
en este país en nuestros años ye-yé. Aparecen los primeras frases y sincopados
rítmicos del metal que le dan un aire soul maravilloso. Le sigue, “Try to get Reddy”
y ese inicio de teclado a lo Zombies, para discurrir por riffs “garage” de
calidad que desembocan en el siguiente corte titulado “Rescue me” donde la
batería adquiere un merecido protagonismo y propicia unos cambios rítmicos
estelares.
Sigue el disco con un pequeño homenaje a un par de frases
musicales del tema “I Ain't No Miracle Worker” de la Chocolate Watch
Band desarrolladas hacía otros parámetros propios de los
Shake con una guitarra psicodélica deliciosa para este tema titulado “Shame on
you”. Acaba la primera cara de este soberbio Lp con “Don’t Put Your Fingers on
my Girl”, un ejemplo de destreza “garajera” propia de las bandas tejanas con
detalles más cercanos al rock and roll americano.
The Shake. Foto: Guerrero Linares |
M.Angel Calabuig. Foto: Ana Socías |
Estas son unas cuantas impresiones, fácilmente ampliables,
que pueden experimentarse tras una escucha atenta de este segundo Lp de los
Shake, un álbum que probablemente sea disco del año para muchos amantes de los
sonidos sixties dispuestos a no dejarse engañar por planteamientos excesivamente
puristas que no llevan a ningún sitio. Todos
los demás, aquellos que no entiendan que la música va más allá de los
caprichos de una multinacional, dictados mediante la televisión y la radio
comercial, van a quedarse igual como estaban. No hace mucho, Miguel Ángel me
decía que “hay que asumir que a la
mayoría no le interesa lo que haces, que no tiene porqué y que a lo mejor no
tienen tan “buen gusto” como el tuyo… no importa, si en realidad te gusta la
música y tocar”. Efectivamente, ese espíritu constructivo enlaza con la teoría
del poeta americano Wallace Stevens porque en realidad, como el mismo Miguel
Ángel sentenció al final de esa misma entrevista: “esto, cualquier día se acaba
y solo quedan la satisfacción de cuatro conciertos y las juergas con los amigos
que haces por ahí”. Sea como sea el
futuro de los Shake, creo fervientemente que ya han celebrado su décimo
aniversario con dos años de antelación mediante ese siempre anhelado disco
maestro que todo grupo aspira a componer. Lo único que podemos pedir sus fans,
en beneficio de nuestra integridad mental, es que su nuevo álbum no padezca,
tras su grabación, otros dos insoportables años de espera para ser editado. Al
menos podemos avanzar que si siguen en manos de Sunny Day records , que
ha tenido el detalle de incluir en el Lp una hoja con las letras, fotos y la
versión del disco en CD, estoy convencido que el trato y el cuidado continuará
siendo exquisito e impecable.
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