miércoles, 9 de noviembre de 2016

Los Harakiri arremeten con una apuesta oscura y primitiva que arriesga para gustar al margen de lo aburrido

Portada
Si se diera el caso, querido lector o lectora, que se te antojara la necesidad de escuchar un nuevo grupo de rock and roll fuera de lo común; una banda que, por ejemplo, fuera capaz de procurarte, con firmeza, unos cuantos pasos más allá de lo reverenciado, que tomara sus raíces del blues y el punk, pero que encima tuviera la genial idea de dar vida a fantásticas canciones redimensionadas con una psicodelia de tono ciertamente “macarra” entre arranques de surf salvaje, incluso postpunk, creo que tengo algo que cumplirá, con creces, tus exigentes expectativas al respecto. Se trata de una banda granadina que nos ofrece toda esa música convenientemente mezclada con excelentes formas y contenidos. Se hacen llamar los Harakiri y son imaginables  “samuráis” cuya misión es la de manejar, con muy bien criterio y fuerza, lo conocido con un toque muy personal, sin tapujos ni miedo al sacrilegio de altares, al margen de ortodoxias, o como ellos mismos dicen en su presentación, donde incluyen la combinación de etiquetas antes mencionada: “con la misión de acabar con todo lo que conocemos y tanto nos aburre”.  Acaban de sacar su primer disco, un Lp que edita la Sociedad Fonográfica Subterránea, este otoño de 2016, con título homónimo. Contiene ocho fascinantes canciones con tal amalgama de referencias, tan hábilmente combinadas, que lo convierten en una de las sorpresas más absorbentes y originales de este año. Una apuesta oscura y primitiva que arriesga no para impresionarte sino  para gustarte, y se nota. 

Trayectoria 

Foto Goyo (Granada)
Los Harakiris se forman en Granada en 2014. Ellos son Monago Tornado (Pink Flamingos) a la voz y teclados, Antonio Deshollinador (Perro Mojado) a la guitarra, Alberto (Juancarlos) al bajo y Antonio Pelomono (Pelo Mono, Elemento Deserto, El Osombroso y Sonriente Folk de las Badlands) a la batería.  En un primer momento forma parte del grupo Miko “El Polaco” que abandona el proyecto cuando se traslada al extranjero. Le substituye el mencionado Alberto. En marzo de 2015 dan su primer concierto en la Planta Baja de Granada. El nombre lo toman a raíz de la película de Masaki Kobayashi, de 1966, llamada “Seppuku” en su título original, nombre por el que se conoce al suicidio ritual japonés por desentrañamiento también denominado “Harakiri”. 

El disco lo grabaron en directo entre el 13 y el 14 de febrero de 2016 con Pedro Cantudo en los Estudios Sequentialee (Algunos Hombres, Pelomono, Tarik y la Fábrica de Colores) de Andújar, donde también fue mezclado. Todas las canciones son propias y fueron producidas por Pedro Cantudo y Los Harakiri.  El diseño es de Francisco Mateos.  Editado en vinilo por la Sociedad Fonográfica Subterránea, tiene una tirada limitada de 500 copias.  Se presentará el 7 de enero de 2017 en la Sala Planta Baja de Granada.

Las canciones 

Los Harakiri
El disco arranca con “Tienes Spoonful”,  una soberbia mezcla de ritmos penetrantes con guitarras persuasivas más un descomunal bajo que cabalga con paso firme. “Te he visto caminar… tienes spoonful lo sabes bien y lo que hiciste ayer, siempre lo recordarás”.  Sensacional momento instrumental de regusto surfer entre riffs muy bien definidos “con el viento a su favor”. Deja que tus pies se muevan al compás de esta sensacional introducción que nos penetra hasta la médula entre descargas de guitarras, dosis de ruidos, detalles ácidos, látigos, y ecos de surf and roll.  Le sigue “Mi Vecino Carapán” con esa entrada descomunal de distorsión modulada con enérgica pasión. Ritmos que se desenvuelven con rapidez y exactitud, con batería imperturbable,  bajo omnipotente, teclados lisérgicos y guitarra beligerante. Una banda que  acompaña a la descarnada voz principal con enrome prestancia para desarrollar  una historia sobre confusión vital sin nada que hacer, ni pensar, al margen de la cotidianidad.  

En directo, de su facebook
A continuación nos ofrecen “Carretera Polvorienta”, canción por la que discurren con sensacionales arreglos de rock and roll salvaje, con deje canalla, “el asfalto me quema, nadie me espera, levanto el polvo… vas a bailar en aquel bar, muévete…”. Solo lisérgicos, un bajo que percute en las sienes y una batería desbocada son sus principales ingredientes. “No me arrepiento, ahora está muerto, todo se paga…”. Rendidas las cuentas pertinentes, sigue el disco con “Muerte al Líder”, con la que acaba la cara A, otra maravilla de punk descarnado con la que “vamos a acabar muy mal… muerte al líder”. Primitivismo en esencia, que invita al descontrol con esos momentos de guitarras “que te buscan y que te encuentran” para despedazarte.     

En directo, de su facebook
“En el punto de mira”, es el título del siguiente corte y con él se abre la cara B. Esquemas de blues bravío e indómito chocando con la pared de cemento de la mediocridad para derrumbarla con la misma efectividad de un martillo percutor indestructible. “El transiberiano está en el andén y solo quieres hacerlo volar y acabar con él… hazlo. ”.  Añaden un persistente piano entre filigranas descabelladas de guitarra que nos trasladan hasta la inquietante “Asquith”, canción en el que se mezcla el postpunk, la psicodelia y el instro surf con una entrega despampanante. Guitarras suicidas, un bajo que reinventa figuras y una batería impávida dan forma a este tema extremadamente aguerrido que nos lleva hasta la que ha liado “mi buen amigo”. En “Picadillo de Charles” nos deleitan con más punk tratado con originalidad, fieles a un modo de entender heredado del mítico club de la pistola, del “blues cubista” o del maestro Howlin' Wolf,  pero aportando una garra propia nada desdeñable.   Cierra el álbum otro tema fascinante llamado “Animal” en el que la banda se muestra especialmente inspirada para transmitirnos todo el primitivismo que les significa y les distingue. Y ese instinto de animal, con rabia contenida, va explotando y acaba por extasiarnos con ritmos consistentes, guitarras vigorosas más teclados envolventes espaciales que mutan en un orgía de sonidos terroríficos que ponen punto final a este magnífico trabajo discográfico.    

Reflexión final

Los Harakiri
Nos cuentan los Harakiri en el último tema de este disco de debut: “Alguien pretende acomplejarte, quieren ponerte una mordaza, no entienden que eres indomable, no hay quien te dé caza aunque sigan tu rastro a poca distancia… “.  No se nos ocurre mejor forma para entender su proyecto en toda su magnitud: esa letal forma de enfocar la música mediante una original mezcla salvaje entre el blues y el punk más detalles  psicodélicos, dosis de surf and roll y recuerdos al postpunk más irreverente. Coexiste en esta banda todo lo aprehendido de combos de cabecera, pero hay muchísimo más de propio entre arreglos fascinantes, descargas sorprendentes y métodos imaginativos que crecen hasta cotas inmensas con esa brillante mezcolanza de recursos instrumentales y lírica oscura.  Los Harakiri no son otra banda más, y en su propuesta vas a encontrar tantos eslabones perdidos que te va a cuadrar toda la historia menos contemplativa y más beligerante del rock and roll desde sus inicios a la actualidad. Si con ellos te aburres, es que no has entendido nada de su música y prefieres regodearte en los cansinos complejos de una parte de la escena que, de por sí, corre el riesgo de convertirse en algo demasiado repetitivo por intentar ser demasiado respetuoso con los clásicos.     
    
Nota: El disco puede oírse en el bandcamp y adquirirse en Granada en Subterránea Comics y discos o bien escribiendo a subterraneagrx@gmail.com





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