miércoles, 13 de noviembre de 2013

Goodfellows, sensibilidad de powerpop a flor de piel con su cuarto álbum, “The Name of These Girls”

Goodfellows, banda insigne del powerpop estatal, vestigio de la importante escena mallorquina de los noventa, tiene la fascinante facilidad de tocarnos la fibra más sensible con cada nuevo disco. Si no fuera porque sabemos perfectamente que existen otros trabajos anteriores, “The Name of These Girls”, título de su cuarto álbum, pasaría por ser uno de esos discos de debut que anonadan a los acérrimos fans del powerpop por su tremenda frescura y sorprendente poder de convicción. Pero los Goodfellows no son para nada unos principiantes. Les avala una ilustre trayectoria repleta de muestras inconfundibles de ese buen quehacer musical con recursos propios muy bien conjuntados. Todos estos años les han servido para ganar profesionalidad y destreza pero también para forjar una visión existencial de la vida marcada por el paréntesis que abrieron con el nuevo milenio para volcarse en sus respectivos proyectos familiares. Regresaron en 2011 con un nuevo álbum en el que se evidenciaban unas energías renovadas. Dos años después persiste la pasión por llenar nuestros corazones con esas grandes canciones de pop poderoso mediante un magnífico disco, distribuido con Rock Indiana, en el que han contado con colaboraciones estelares como la de Paul Collins o Miguel Gibert de la Granja.   

Goodfellows 2009. IPO.
La banda empieza en Mallorca a finales del año 1995 con tres componentes de Pasos Perdidos, banda de pop formada en 1990 en Palma e integrada por Tomás Forns (guitarra), Pepo Granero (bajo), Pere Soler (guitarra), José Oliveras (batería) y Luis Carbayo (voz). Tomás y Pere habían estado antes en Intransigentes y Pepo Granero había tocado con formaciones como Eclipse, Paris La Nuit, La Busqueda y Arde el Mar. Pasos Perdidos grabarían en 1991 una maqueta y al año siguiente editarían un single con dos temas “30 Grados” y “En el sur” grabado en los estudios Digitals. Tras una nueva maqueta en 1993, grabada en el estudio Desgrabaciones, la banda se deshizo. Tomás, Pepo y José iniciarían los Goodfellows y Luis Carbayo empieza una carrera en solitario  con un álbum titulado “Desde el Silencio” (1996) con Caiman Records LTD grabado en Miami. 

Al nuevo proyecto de los Goodfellows se suma Gabriel Palmer como vocalista, quien se ajusta más al perfil de melodía sensible y rítmica poderosa que buscaban, y finalmente se añade otro guitarrista llamado David Cladera. Desde entonces han dado vida, sin contar este nuevo álbum que te presentamos, a tres discos más; los dos primeros producidos por Pablo Ochando de la mítica Granja: “Feel The Pain”, grabado en 1996 en los Electric Chair Studios y editado por Semínola Records; “Get The Fellows”, editado en 1999 también con Seminola Records y grabado en Electric Chair Studios; más “Happynitol 150mg”, grabado en 2011, autoproducido y autoeditado. Sus temas también han formado parte de recopilatorios como “Bob Dylan Revisitado” (Semínola Records 1997); “Bam Balam Explosion Vol.VII (Bam Balam Records 2000); “Funeraria Independiente BSO” (2002) o “IPO volumen 12” (Not Lame Recordings 2009). La distancia entre los dos primeros y el tercero se debe a que la banda, como ya hemos mencionado, para durante una temporada para dedicarse a sus respectivos proyectos familiares. Fue precisamente la actuación en el IPO lo que les da una buena razón para regresar con toda la fuerza posible, que no es poca. 


Con Paul Collins. Foto: José Luis Luna 
Su cuarto disco ha sido producido por Miguel Gibert de La Granja, quien ya produjo el “Happynitol”, más los Goodfellows. Fue grabado en Cef Studios de Palma de Mallorca por David Cladera y el resto de la banda; y masterizado en  Vacuun mastering (Zaragoza) por Javi Roldón.

Entre las colaboraciones cabe destacar la de Paul Collins quien aporta voces en “Rocket Girl”; Pep Aguiló que toca el Hammond en “Forgetting Last Night” y el piano en “Times are never Changing”; Fernando Muñoz y Leo Villar a las trompetas en “Forgetting Last Night”; y Mike Gibbons aka Miguel Gibert quien canta en los coros de “Happy Days” y toca la pandereta en varios temas.
Cabe destacar también el imaginativo artwork que envuelve a este álbum presentado en  Cd. Se trata de una funda confeccionada con retales de pantalones tejanos facilitados por varios fans de la banda.  Si en su anterior trabajo, simulaban la forma de una caja de medicamentos, en éste, su capacidad de inventiva es desbordante y las fundas cosidas en forma de bolsillo con sus letras impresas son realmente toda una obra de arte. El diseño es de Digital Point.


Goodfellows. Foto de su Fb.

Las canciones

El disco se abre con “Virginia” con ese ritmo de batería y riff de powerpop tan setentero que pone los pelos de punta. Preciosa melodía que desde los primeros compases nos embelesa y que descarga sobre un estribillo fabuloso propio de todo un éxito de las radio universitarias norteamericanas, con juegos de guitarras y voces geniales, más un solo corto pero muy cuidado que pasa a ser una segunda voz del tema entrelazada con el inmejorable cantante solista. Le sigue “Rocket Girl”, canción esplendorosa con tambores que preceden a una descarga de guitarras sensacional. Voces típicas del mejor  powerpop, en toda su magnitud, cantando a dúo con el gran Paul Collins, seguidas de cerca por un bajo poderoso.  Eclosión de riffs que nos arrojan a la piscina de las sensaciones y que preceden a esa cariñosa “In trouble again”, medio tiempo inicial que discurre entre arpegios amables, bien construidos, y encantadores.

Unidades únicas y limitadas 
“I’m Comming back  to you”, título del siguiente corte, tiene ese aire angelino tan envolvente, entre coros de beat y finales de frases redondos que humedecen los ojos, provocan sonrisas, invitan a dar palmas e incluso saltos de alegría. Una catarsis musical que se repite en “Forgetting Last Night”, con ese órgano y trompetas que aportan detalles de soul, para construir una canción donde las guitarras crecen acompañando a una voz sensacional que se encarga de definir una melodía maravillosa con un ritmo preciso en cada uno de sus recursos.   

“Everything is you” es otro momento sublime del disco, ideal para la reflexión, con el crepitar de las notas de la guitarra antes de que irrumpan las distorsiones moderadas y esos riffs que entusiasman. Precioso el cambio de armonía y memorables los detalles en solitario siempre tan comedidos para a su vez tan perfeccionistas.   

“Marianne” nos reafirma los Goodfellows más imaginativos, en especial en el uso de las guitarras al modo del mejor powerpop cautivador. Un tema con claras referencias a la mejor escuela norteamericana pero con su impronta natural; esa firma original con la que consiguen componer canciones que llegan al corazón y al estómago, y logran que perdamos en sentido. “Just a Minute” es una canción con otro jugoso inicio de batería y convergencia de guitarras buscando las intensidades precisas para generar pasiones desaforadas. Uno de los temas más largos del álbum con sus cuatro minutos envueltos por una melodía embriagadora con ritmo “sixties”  y estribillo para cantarlo en las mejores fiestas. Una canción verdaderamente sensacional como “Happy Days”, donde aparecen esos días felices perdidos y encontrados, con sus recuerdos y sus sueños. Un tributo a esos grandes momentos de su trayectoria con una letra compuesta con títulos de canciones de los Who como el “I can see for miles”, “I’m a boy” y “My Generation”; de los Kinks como “All the day and Night”, “Lola” o “You really got my”; y  de los Zombies como  el “Hung up on a dream”, “Time of the Season” o “She’s not there”.   

Goodfellows. Foto: Luismipop
“Hold you back again”, es el título del siguiente tema con sus arranques meditados de guitarras entre momentos de pop sublime y acordes luminosos que perfilan despieces rítmicos gloriosos. Con todo junto logran redimensionar el tema en varias “pa pa pa” partes hasta un riff final destinado al “modern world”. Con Good Old days nos acercamos a los momentos finales del que podría ser un concierto esplendoroso, cargado de adrenalina y temperamento de powerpop. Una canción que invita a dar esos brincos de lujuria desde las primeras filas al son de la guitarra majestuosa y que nos conduce a “C’mon”, apotesosis final de guitarras y batería en las que estos pletóricos Goodfelows dan muestras sobradas de su absoluto conocimiento de causa.  

“Times are never changing” cierra el disco con momentos intimistas preciosos, con la voz principal luciéndose por última vez acompañada de un sublime piano antes de que se apaguen las luces y el último acorde resuene impoluto y consistente en nuestro cuerpo convirtiendo la audición de este disco en una de las experiencias más enriquecedoras que hayamos vivido últimamente.  

Goodfellows es de esas bandas tan poderosas como emotivas a las que les gusta que todo esté cuidado al milímetro: desde el original artwork a los concienzudos arreglos de los temas. Son muchos los detalles que les distinguen a todos los niveles, como, por ejemplo, esas letras tan trabajadas que incluyen curiosos juegos de palabras, o esas dedicatorias que demuestran su generosidad para todo aquel que les ha seguido, apoyado o ayudado desde sus inicios. Su gran virtud es la naturalidad con la que consiguen que ese cariño tan personal que lo envuelve todo, absolutamente todo, llegue a nosotros en forma de canciones tan vitales, reflexivas y a flor de piel. “The Name of These Girls” es de esos trabajos discográficos tan sumamente perfectos que nos confortan de principio a fin, y nos confirman que la vida, pese a todo lo malo que nos acecha, es puro powerpop: melodía para los sentimientos, y ritmo para la acción.   

Nota: Puedes conseguir una copia de las 400 editadas, únicas y numeradas, de este álbum, toda una obra de arte en diseño y música, en Rock Indiana.  

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