lunes, 21 de agosto de 2017

Finki Krautrock, un festival lisérgico que te transporta a la Alemania mágica y ácida de los setenta

Finki 2017. Con los DeWolff en el escenario. Foto: Eva Ferrera 
En Alemania, concretamente en el bosque de Oden (en alemán Odenwald) se celebra desde el año 1977, de forma casi ininterrumpida, el Finki Krautrock Woodstock  Festival. En este macizo montañoso del suroeste de Alemania, existe un pequeño municipio llamado Finkenbach (Rothenberg) con poco más de 400 habitantes en el que se concentran alrededor de tres mil personas venidas de toda Alemania, más algunas pocas desde Francia y las menos de los países del Este. Juntos recuperan el espíritu libre de los antiguos festivales de rock and roll de los setenta con mucha psicodelia, progresivo, krautrock, música étnica, acampada libre y gratuita, sin ni un solo detalle publicitario, muy bien organizado y a precios asequibles.


Cartel del Finki 2017
Tan peculiar festival al aire libre celebraba este pasado mes de agosto de 2017 su 35ava edición y a ella acudieron nuestros intrépidos reporteros del Magic Pop para descubrirte un mundo que parece anclado en el pasado hippie libertario hedonista durante un fin de semana que te transporta a la Alemania lisérgica, verde y contestataria de los setenta. Estas que vas a leer a continuación son algunas de las experiencias que vivimos durante los días 11 al 13 de agosto de 2017, tres días en los que prácticamente no paró de llover aunque eso no impidió que los presentes disfrutáramos  de lo lindo de un cartel en el que había mucho y variado, desde krautrock, psicodelia, a ritmos africanos y jamaicanos pasando por rock and roll, hard rock, blues rock, post-rock, R&B, soul… 

El cabeza de cartel no era otro que el propio grupo organizador, los Guru Guru, banda alemana de krautrock de los setenta, encabezada por su miembro original, Mani, quien a sus casi 77 años aún toca la batería, presenta y dirige todo un festival con una vitalidad encomiable.

Mani Neumeier. Finki 2017. Foto: Eva Ferrera
Del resto de bandas destacaron los Pretty Things (UK) en plena forma, más un carismático y teatral Arthur Brown (UK), así como unos demoledores DeWolff (Holanda) en estado de gracia, entre otras singulares propuestas como los experimentales Jack Dupon (Francia), el sideral combo formado por Neumeier (Guru Guru), Grosskopf (Ashra Tempel) y Kranemann (ex-Kraftwerk), los muy germánicos Samsara Blues Experiment, el afrobeat de Jobarteh Kunda, los ritmos jaimacanos de Ease Up Ltd y la ensoñación post-rock de los suecos Kungens Män. Todos ellos actuaron con puntualidad germánica y   una magnífica sonoridad. No en vano ajustaron grupo a grupo antes de su respectiva actuación, cambiando incluso todas y cada una de los elementos del escenario, baterías incluidas, y sin que nadie protestara ni un ápice, por la inevitable tardanza. Incluso no resultó menos relevante el juego luminotécnico. Y os recuerdo, que estábamos al aire libre y que apenas paró de llover!!!.      

Philippe Prebet. Finki 2017. Foto: E. Ferrera  
Lo más sorprendente del festival no estuvo solo en los escenarios sino también entre el mismo público, incluida la impecable organización. Para empezar, los asistentes nos alojábamos en propias tiendas de campaña, caravanas, coches… ubicados con total libertad y sobrado espacio en los numerosos descampados dentro del mismo municipio. Al tratarse de Alemania, uno puede imaginarse que estamos hablando de campos de tupida hierba convenientemente cortada para facilitar el camping.  La llovizna no nos abandonó casi en ningún momento y, al final, los tractores agrícolas tuvieron que ayudar a más de un coche a cruzar algún embarrado imposible. Pero esos mínimos inconvenientes no importunaron a nadie en absoluto, ni siquiera en el momento de los conciertos en los que no se suspendió ninguna actuación, aunque a ratos lloviera profusamente. Algunos de los asistentes incluso deambulaban descalzos por el barro como si de un nuevo Woodstock se tratara mientras otros quemaban salvia seca ceremonial para aromatizar el ambiente. 

Mani con Groskopff y Kranemann. Finki 2017. Foto: E.F.   
Respecto a la infraestructura el festival, realmente fue muy meritoria. Se distribuyeron por todo el municipio varias y amplias casetas-lavabos para chicos y chicas que se limpiaban regularmente por el personal conservando un estado de salubridad y limpieza sorprendente. Disponías de duchas con piscina por un par de euros. Los habitantes del pueblo se encargaban de atender todos y cada uno de los puestos de avituallamiento. Así, dentro del recinto, tenías un gran espacio donde se podía adquirir con rapidez y eficacia platos de comida local, (guisos de patatas y salchichas preferentemente), otro en el que servían las bebidas (cerveza, sidra local, vino, refrescos, agua, distribuidos en vasos de pinta que al devolverlos te reintegraban un euro), y otro en el que podías tomar café, té, más una suculenta carta de pasteles típicos a cuál más suculento. No faltaron las paradas de ropa, algunas que otra de discos, y abalorios diversos. Por supuesto, hubo registro previo de seguridad sin colas, y múltiples escenas curiosas, dignas de mención, como la inexistencia de vallas publicitarias, ni siquiera de bebidas alcohólicas, así como la presencia de familias completas de hijos a abuelos, con matrimonios de avanzada edad que acudían con sus chubasqueros y sillas plegables, entre muchos jóvenes y no menos señores de más de sesenta años con largas cabelleras, vestidos igual que en los festivales o en las protestas antinucleares alemanas de su juventud durante los setenta. 

Jobarteh Kunda. Finki 2017. Foto. E.F. 
Musicalmente, todas y cada una de las formaciones aportaron alguna que otra excelencia digna de destacar. Los franceses Jack Dupon fueron los encargados de abrir el festival hacia las siete de la tarde del viernes 11 de agosto. Dirigidos por Philippe Prebet (nacido en 1953, figura destacada del underground francés desde los setenta) ofrecieron una divertida amalgama de krautrock étnico, a lo Frank Zappa y Gong, mezclada con poesía vanguardista y ritmos tribales. Les siguieron el combo formado por Neumeier (Guru Guru), Grosskopf (Ashra Tempel) y Kranemann (ex primeros Kraftwerk) quienes hilvanaron secuencias bailables con atmósferas envolventes, a medio camino entre los primeros Can, el ambient, y la música dance de vanguardia.  A continuación los Pretty Things dieron un espectáculo ciertamente memorable, similar al que nos tienen acostumbrados en sus reiteradas visitas a España. Phil May con sus casi 73 años volvió a maravillarnos con su chorro de voz y Dyck Taylor con sus 74 primaveras estuvo muy hábil e imaginativo mediante su guitarra ya fuera interpretando rabioso R&B, ácida psicodelia o primitivo blues. El resto, estuvieron más que correctos, destacando su irreprochable y joven sección rítmica. El repertorio fluctuó entre blues de manual de Robert Johnson, el R&B de sus inicios con temas como “Big Boss Man” o su legendario “SF Sorrows” que el año que viene cumple 50 años. Cerraron el primer día del festival los  Samsara Blues Experiment,  poderoso trio alemán de hard rock con detalles stoner y solos ácidos a cargo de su guitarrista y teclista principal. 

Los Pretty Things en el Finki 2017. Foto: Eva Ferrera
A partir de primera hora de la tarde del sábado 12 de agosto, y hasta las dos de las madrugada aproximadamente del día siguiente domingo, actuaron en primer lugar Jobarteh Kunda, banda alemana formada en los noventa con músicos africanos, caribeños, etc... quienes ostentan un gran prestigio internacional gracias a su suculenta producción afrobeat entre detalles fascinantes de kora, guitarras, saxo, percusión más bailes africanos. Les siguió el numeroso combo germano de música jamaicana, especializada en roots reggae convenientemente fusionado con recursos soul, ritmos funk, y arreglos enérgicos. Tras ellos, ocuparon el escenario del Finki festival, otra de las bandas que más destacaron: el power trio holandés de blues rock psicodélico  DeWolff quienes lograron un directo contundente, ácido y repleto de excelencias instrumentales a cargo de unos inspiradísimos guitarrista, organista y baterista. Los tres nos procuraron unas andanadas de blues rock en esencia tamizado con raíces setenteras y expuestas con solos de antología y ritmos enloquecedores.    

Guru Guru. Finki 2017. Foto: Eva Ferrera
La noche del sábado siguió  con los esperados Guru Guru, banda organizadora que toca en todas las ediciones, en la que milita el reverenciado y próximo Mani Neumeier, quien a sus casi 77 años, se hizo cargo de la batería con una fuerza propia de cualquier joven maestro percusionista. Le acompañan otros músicos como el guitarrista y saxofonista  Roland Schäffer que ya formó parte de los Guru Guru a mediados de los setenta. Su repertorio fue amplio. Repasaron su dilatada trayectoria desde los seminales discos “UFO” y “Hinten” de principios de los setenta, pasando por su “Tango Fango” de mediados de esa década, hasta la actualidad, en una evolución de los ritmos krautrock hacia el hard rock englobando detalles étnicos, lisérgicos y ácidos con el bosque como principal punto de referencia temática y mitológica. No faltaron los disfraces, los juegos de luces, y las secuencias de raga folk.     

Arthur Brown en el Finki 2017. Foto: Eva Ferrera
Tras ellos apareció en escena, el genial Arthur Brown quien a sus 75 años nos sorprendió muy gratamente por el excelente momento de voz en el que se encuentra. Bailó y cantó con un irrebatible y generoso espectro vocal, arropado por una joven como habilidosa banda formada por un potente bajista, un gimnasta teclista, una solvente guitarrista y un perseverante baterista, más una sensual bailarina. Todo un “crazy world”  divertido y emocionante en el que recuperó algún que otro éxito del pasado como su conocido “Fire”, entre versiones curiosas, hasta su más reciente Lp “Zim Zam Zim” (2014). Música entre el cabaret y la psicodelia más juguetona envuelta en una puesta en escena diseñada al milímetro con cambios sucesivos y sorprendentes de vestuario. Para acabar, la banda sueca de post-rock, raga y sicodelia, Kungens Män nos ofrecieron largos y condensados temas de entre quince y veinte minutos, como los incluidos en su último trabajo hasta el momento “Bränna Tid” (2017). 

Vista del recinto del Finki por la mañana. Foto: Eva Ferrera  
De este modo, finalizaba un festival de fin de semana que, tras carca de cuarenta años de existencia, sigue aún vigente reivindicando, en un paraje fascinante, el espíritu libre de los legendarios encuentros hippies y sicodélicos de finales de los sesenta a los setenta, sin necesidad alguna de recurrir a la publicidad, sin postureos que valgan, con precios razonables, buena música, bien sonorizada, entre servicios confortables y limpios. Un mundo de ensueño ya casi desaparecido de la faz del rock and roll que constituye toda una experiencia musical y social en plena libertad, con olor a salvia, bebiendo Applewine, en el corazón de Odenwald: los legendarios bosques alemanes donde crecen las setas alucinógenas que constituyen la mascota de tan acogedor y lisérgico encuentro, gentileza del gran Mani, toda una divinidad, para la inmensa mayoría de los asistentes al Finki Krautrock Woodstock festival.   

Todas las fotos son de Eva Ferrera (Ivy Lot_):

Detalle del público
Guru Guru
Arthur Brown y su banda
Jack Dupon

Psicodelia con cajón,violín y wah wah al mediodía


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