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Al margen de si va a ser o no álbum del año, distinción más que merecida pero a la par discutible según gustos, ‘En espiral’ no solo es el mejor disco de los Imposibles sino que se me antoja tan redondo, tan cercano a la perfección, que no necesita justificarse, ni mucho menos medirse con nadie ni con nada, ni siquiera con ellos mismos en otro tiempo pasado. Siempre habrá quién al escucharlo recuerde ese concierto de los noventa que, con unos cuantos años menos, se lo pasó como nunca, pero la mayoría, seguro, vamos a disfrutarlo como lo que es: uno de esos discos que marcan un momento en la historia de la música; un punto de inflexión que va a influenciar a otras bandas e incluso es posible que atraiga a nuevos adeptos a la siempre entusiasta causa que reivindica las raíces sixties.
Los Imposibles se formaron en 1988 y pronto se convirtieron en uno de los principales grupos de la escena mod-garajera de Madrid. Debutaron en 1990 con un Ep llamado “Chica imposible” para Subterfuge Records y en 1991 sacaron un split con los Reversibles para I.R. Al año siguiente Animal records les editó el Lp “Hoo-Ha!!”, al que siguieron, con la misma discográfica, el single “Bye bye pequeña”, en 1991, “Tracy Lords” en 1993, el Lp “Marigold garden” en 1994, el 10” “El país del niño mosca” en 1995, “Chica imposible” EP en 1995, “Paper sun” EP en 1996, el Lp “Party a Go-Go!!” de 1996 más “Qué vas a hacer muñeca” y “El Telegrama”, singles de 2001. En esa primera etapa la formación estaba compuesta por el bajista Javier Palomo, el baterista Gonzalo Grondona “Lagarto”, y los guitarristas más voces, Paco Poza y J. Carlos Gómez. Tras un parón de años, en 2006 Bittersweet reedita “Hoo Ha!” y en 2007 sacan el álbum “Lost & Fun” con el que triunfan en numerosos escenarios y festivales.
El disco que acaban de sacar este 2011, con la ya imprescindible discográfica cacereña Sunny Day Records se grabó, auto producido, en febrero de 2011 en Audiomatic por J.M. Rosillo que también se encargó de la masterización, asistido por Laura Rodríguez. Está disponible en vinilo negro y en color, así como también en digipack.
Los Imposibles son Javier “Ussufrutti” Donaire a la batería, Dani Fernández al bajo, sitar, voz y coros; Paco Poza, guitarras, teclados, voz y coros, David Lorenzo, guitarras, voz y coros, Javier “Entrañable” Mauduit, percusionista; José Magán, órgano. También han colaborado en la grabación Carla García a las voces, Sime Galduf al trombón, Domestû string Quartet en la sección de cuerdas y Waldo Rupérez en el vibráfono. A las palmas destaca The Hoo-Ha! Clappers, formado por J.M. Rosillo, Gonzalo “Lagarto” Grondona y Javier Palomo. Los arreglos de viento y cuerda corren a cargo de Frank Wella. Las quince canciones que integran el álbum son originales de Paco Poza excepto ‘Boca abajo’ firmada conjuntamente con Daniel Fernández; y ‘Disfraz’ con David Lorenzo que es autor del tema ‘The sound of my heart’. A destacar el llamativo y muy apropiado diseño de la carpeta y portada, más encarte con las letras, obra de Nacho Alonso y Carolina Tomé. Una caleidoscópica combinación de violetas, por la que se desenvuelve ese curioso personaje que emerge o se sumerge según se mire.
Empieza el disco con el tema ‘Volverás’ que destaca por un ritmo beat ágil y pone ya en evidencia las enormes dotes melódicas del grupo. En esta canción destacan que “tarde o temprano” iba a presentarse la necesidad de volver a los escenarios para regalarnos canciones de una textura tan contagiosa como estas. Le sigue “Una luz” que se solapa con esa voz infantil que nos pregunta sobre el olor y el sonido del tiempo. Un excelente R&B, con algún toque psicodélico, en el que el grupo asegura seguir una luz, un objetivo, consciente de que las dificultades no cambian, “siempre contra el viento”, para darse cuenta una vez más que “no soy de aquí”. A continuación, nos regalan un magnífico ‘Disfraz’, tema con unas precisas guitarras de powerpop en el que se manifiestan relaciones personales escondidas tras un disfraz que oculta la verdad. Con el siguiente corte, más pausado, aparece uno de los dos temas cantados en inglés: ‘The Sound of my heart’, del que hasta el mismísimo Elvis Costello, en sus primeros momentos más creativos, estaría más que orgulloso de haber firmado. Un tema precioso, sin duda, con ese medio tiempo aderezado con esa pizca tan elegante de ritmo latino.
Las emociones siguen su senda intensa en este álbum en el que aparece ‘El hombre de la esquina’ (¿quizá el protagonista de la portada?). Pop en esencia con toques sixties españoles para presentarnos a alguien entrañable “con los bolsillos llenos de tonterías”, preso de un pasado que ahora “se ha vuelto invisible” y del que nadie sabe a ciencia cierta si fue o no esplendoroso. De nuevo con el powerpop y el inglés, aparece la canción “Without you”, con ritmo preciso y melodía encantadora, ambos recursos cercanos al estilo de los Attractions pero con el peculiar e inconfundible toque Imposibles. Le sigue “Otro mal día”, canción con esquema de “garage beat” en el que nos aconsejan que “ya basta de buscar, incluso de saber, es hora de volar”. Efectivamente; es hora de la acción pero con una pregunta suspendida en el aire: “¿a dónde vas?”, ¿qué objetivos tienes?. Termina la cara A de “En espiral” con esas guitarras contundentes envueltas por una rotunda concepción rítmica para ese ‘Vuelo sin motor’ con el que consiguen llevarnos “donde nadie nunca fue”, “sin escuchar a nadie”, aunque como ellos mismos dicen suene mal pero sea ya una opción irremediable que no puede retrasarse más.
La cara B se abre con otro excelente tema llamado ‘No,no,no’ donde predomina el sonido “garage” y un trombón absolutamente genial dando consistencia al tema con pedales, y apoyando la melodía principal. A continuación, unas guitarras espaciosas a lo Byrds y un ritmo con bajo al modo de los Who dan inicio a “Has sido tu”, un grandioso tema de beat con cortes temáticos sensacionales, buscando el clímax melódico y llegando al final con esos coros en falsete que envuelven “ese llama interior que solo brilla si estás tu”. A continuación nos regalan un tremendo instrumental ‘Little Joe’ con unos arreglos para órgano y guitarra, más acompañamiento, que cortan la respiración, moviéndose por todos los estilos posibles desde la psicodelia, con algún rasgo progresivo, llegando a la rítmica propia del funk, para volver al tema principal con una destreza encomiable. ‘Perdón (por ser feliz)’ es arriesgada. No es un tema fácil a nivel melódico, exige un esfuerzo del oyente para asimilar esos acordes y punteos nada previsibles sin dejar de ser una canción ingeniosa en el que nos advierten que nunca han querido huir: “si alguien me busca…”, les encontrará.
El siguiente tema titulado “En espiral”, es una maravilla conceptual de pop sicodélico tanto a nivel musical como poético. Enigmática, sugerente, con ese toque fantasioso y onírico, esconde quizá un mensaje subliminal sobre la búsqueda de la felicidad dentro de esa espiral donde el que importa es el camino. Seguidamente, un potente sonido de guitarras con fuzz y ritmo cortante dan entrada a ese “Laberinto” donde el amor topa con la falta de comunicación; en el que se destaca una vez más el complemento de percusión y ese toque de órgano con el protagonismo preciso. Y para terminar, una debilidad personal… de nuevo ese toque popsike para un tema encantador llamado “Boca abajo”, con esenciales arreglos de cuerda. En esta canción que cierra el disco nos hablan del paso del tiempo, de la pérdida de esa inocencia infantil, con el corazón roto para afrontar una “negra realidad” que nos lleva a un sitio “que no parece acogedor” y en el que uno se da cuenta que ha desaprendido a vivir: “ayer sabía cosas que hoy no sé”.
Y así termina este maravilloso relato existencial, entrañable e inconformista, de la vida en “espiral”. Un disco donde los grandes protagonistas temáticos son los recuerdos, el tiempo, los laberintos, el amor, y todos los sueños que estros pletóricos Imposibles han musicado y explicado con excelentes resultados. En resumen: un placer para los sentidos ante el que, para acabar, me permito el lujo de parafrasear uno de sus versos y asegurar sin tapujos que: “con este disco, casi se puede tocar la perfección…”.
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